Diálogos 2: el monólogo
Continuamos con el tema diálogo, o más bien monólogo el día de hoy.
El monólogo es más común de lo que pensamos, y hay que estar estar atentos de aprovecharlo en el momento apropiado. Cuando la Seito Kaicho echa un discurso a los estudiantes, o cuando el malo de turno comienza a delirar sobre sus planes de dominación al mundo, ninguno de ellos está conversando, se dirigen a los demás en términos genéricos sin necesitar un interlocutor que interactúa. Cuando un personaje comienza a pensar sobre la importancia de las oppai, no está hablando con nadie en especial, aunque hace en este caso un monólogo interior1.
El monólogo hablado comienza con un guión largo, y puede tener aclaraciones del narrador encerrados entre más guiones largos intercalados. Un monólogo, al igual que cualquier parlamento, no necesita acabar con guión, a menos que el narrador aclare algo al final. Los aclaraciones intercaladas deben ser las mínimas necesarias que aporten algo significativo al monólogo, y hay que tratar de evitar poner más de una en lo posible. Personalmente prefiero llevar las extras a párrafo aparte, dejando estrictamente intercalada aquella que no resista separarla de contexto hablado; de hecho es mejor sacrificar alguna antes de sobrecargar la conversación. Estas aclaraciones deben ser cortas y concretas, evitando narrar algo que no sea una indicación simple porque interrumpe el hilo de atención.
El parlamento no puede terminar el párrafo (o línea) y a continuación iniciar uno nuevo continuando el monólogo del mismo protagonista. Nunca hacer esto; un párrafo consecutivo de parlamento solo debe iniciarse si cambia el personaje. Si hay una pausa de tiempo debe aclararse intercalado entre guiones y continuar el monólogo del personaje. Si el monólogo estuviera acompañado de diferentes acciones mientras se desarrolla, pueden expresarse en párrafos aparte las acciones separándolo, pudiendo continuar el discurso con puntos suspensivos como conectores si lo amerita.
Para los monólogos interiores, se deben usar las comillas españolas (« »), encerrando todo el párrafo, mientras las acotaciones intercaladas se seguirán haciendo con guiones largos (—), si las hubiere. Como yo nunca encuentro las comillas españolas en el teclado2 uso las comunes xD (niños, no hagan esto en sus casas xD )
Para los que querían algo de interactividad, les invito a transcribir en los comentarios monólogos que hayan hecho3, para que los demás hagamos nuestras observaciones en función de lo que hablamos hasta aquí.
En este párrafo hice muchas referencias del mundo mangánime, por supuesto no espero que las conozcan, pero la idea central se entiende y por eso lo dejo así. Si tenemos otakus entre los lectores de Substack (algo que dudo), no es necesario que se delaten →aunque pueden decir orgullosamente “presente!” xP
La vieja máquina de escribir, invento foráneo, no solo estuvo adaptada al habla anglosajona con la distribución de las letras sino que además nos llevó a prescindir de los tipos correspondientes a las comillas españolas. A regañadientes colocaron acentos y hasta la “ñ” solo a efectos de vendernos los equipos. ¿Sabían que el teclado “qwerty” se distribuyó originalmente separando los tipos según la probabilidad de aparición de letras consecutivas en palabras inglesas, para que no trabaran el mecanismo de martilleo? por supuesto, esto ultimo no sirvió para nuestro idioma, pero a nadie le interesó. Perdón Olivetti.
Recuerden que estas ayudas las publiqué hace años en un grupo de aprendizaje, así que no es necesario seguir la indicación.