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今日私はアニメが好きな理由を思い出しました。

Anime: Mirando hacia el sol naciente.

Como dice el título, me encantan los anime. Desde Japón nos llega además manga y novelas ligeras, muy relacionados entre sí. Muchas veces un anime se basa en una novela ligera, y seguramente se publique un manga asociado; aunque el orden de estos factores puede cambiar según el título.

¿Pero qué hace especial este mundo lejano a mi entender? Justamente lo lejano que resulta ese mundo, su forma de pensar y mostrar una sociedad tan extraña a nuestros ojos, que parece sacada de un cuento de fantasía. No digo que sea mejor ni peor, no es correcto hacer ninguna comparativa de ventajas o desventajas. Sencillamente viven y piensan distinto a occidente.

Esto daría para cientos de páginas de análisis, que no vienen al caso. Lo realmente interesante para mí, es el modo que sus tradiciones y la modernidad se conjugan todo el tiempo, no resultando en un choque porque para ellos es lo más natural del mundo. Desde la cotidianidad de los honoríficos al referirse a su interlocutor, hasta en las creencias sintoístas del animismo en objetos y santuarios. Todas sus obras muestran esas características, no con ánimo de exaltarlas, sino porque es lo más natural del mundo para ellos. Como si vivieran permanentemente en un mundo mágico1.

Esto nos permite apreciar su entorno especial, pero aún no fuera tan evidente, la riqueza de sus historias parecería no tener fin. Sí tienen repeticiones, también clichés que reutilizan hasta el cansancio, pero aún así siempre sorprenden de una u otra forma. En el afán de impactar permanentemente se toman licencias jocosas y hasta ridículas en sus argumentos, pero aún así funcionan y eso es lo admirable. No se confundan, tienen tanto buenos como malos títulos, pero en el balance general el saldo es positivo con creces.

El contraste con la fantasía occidental, con fórmulas repetidas hasta el cansancio, héroes que a fuerza de reinventarse no convencen, y la incapacidad de elaborar algo nuevo, hacen que este mundo tenga mucho para disfrutar y aprender. Como escritor aprendo que hay mucho para escribir, y tomar elementos que podemos tomar como disparadores de algo nuevo. No es necesario imitar, la gracia que tiene este mundo es que permanentemente se renueva de ideas. Esa es el incentivo que aprovecho y me guía al escribir cada nueva novela.

Puedo tomarme esta licencia, la de escribir novelas ambientadas en Japón, tanto como aquellos autores no se restringen a la hora de ambientar historias a modos occidentales. No faltan animes que reflejan modas y estilos victorianos (maids incluidas xD), como de fantasías medievales tolkenianas, y hasta de curas exorcistas del Vaticano. Para quienes se quedaron con los pocos títulos que dieron hace años en TV abierta, seguramente no pueden darse una idea del panorama gigante que no nos llega por los medios.

Si se sorprenden de lo que digo, vaya solo como aclaración que estas animaciones son diferentes en concepto al de “dibujo animado” occidental enfocado en niños y adolescentes. Los anime, tanto como sus novelas ligeras, tienen demografías específicas para cada tramo de edad hasta llegar a los adultos, no significando el término de adulto como sinónimo de XXX, sino más bien de interés para personas maduras. El corto video que subí en esta publicación, además de tener una reflexión que nos da que pensar, da cuenta de que está dirigido a un público maduro.

Pero los mensajes y reflexiones como ésta, que dejan al pasar sin más preámbulo, son características que justifican el título de la presente publicación.

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No confundir: los anime no reflejan el costumbrismo local real, si van a Japón no encontrarán a nadie que hable siquiera como en los anime. Eso no quita que los detalles comunes, del día a día, impregnen sus obras de la manera que traté de explicar.

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